A mis alumnos
Y aun no se me figura que me toca
Aqueste oficio solamente en vida,
Mas con la lengua muerta y fria en la boca
Pienso mover la voz a ti debida;
(Garcilaso de la Vega, Égloga IV, vv. 9-12)
Así se hacía eco, y nunca mejor dicho, Garcilaso de los últimos versos de la geórgica IV de Virgilio.
Dos veces había perdido Orfeo a Eurídice. La primera vez una serpiente, que esperaba escondida entre la hierba, había inculcado su veneno mortal en el delicado tobillo de Eurídice. La segunda vez la perdió el propio Orfeo, poseído por una súbita inconsciencia.
Tras penetrar en los infiernos por las cavernosas puertas del Ténaro, después de haber silenciado las tres bocas de Cerbero, de haber cruzado la Estigia en la barca de Caronte. Habiendo conseguido parar la rueda, eternamente rodante, de Ixión y que las magmáticas galerías del Averno se retorciesen al paso de su música, Orfeo, ya bajo la luz, se vuelve, tal vez por desconfianza, a mirar a Eurídice. Rotos los pactos, Eurídice se desvanece, como el humo entre las auras, ante la mirada de Orfeo, que, impotente, intenta retener la vana presencia.
La llorará de nuevo durantes largos meses, día y noche, congregando a todos los seres que poblaban los bosques.
El pobre Orfeo muere a manos de unas mujeres tracias. Enloquecidas y ebrias lo despedazan.
Segada su cabeza del cuello y arrojada a un río, con la lengua muerta y fria en la boca repite Eurídice, Eurídice, Eurídice,… y las orillas del río con su eco repiten a su vez Eurídice, Eurídice, Eurídice.
Cuenta Servio, comentarista antiguo de Virgilio, que el final de las Geórgicas contenían en su primera edición una Laus Cornelii Galli, un homenaje a Cornelio Galo, poeta, hombre de Estado y amigo de Virgilio.
Este Cornelio Galo, que mis alumnos recordarán como poeta elegíaco, cayó en desgracia ante Augusto, el príncipe, por lo que, dada la inoportunidad de su dedicatoria, Virgilio tuvo que cambiar el final de las Geórgicas. Por ello hoy leemos el mito de Orfeo, que a la luz de la noticia de Servio puede interpretarse, algo maliciosamente, como un símbolo de las segundas oportunidades. Con él Virgilio consigue rendir un muy sutil homenaje a su malogrado amigo. Todos, incluso Cornelio Galo, merecemos una segunda oportunidad.
Que cada uno lo interprete a su manera.
Quiero dedicar estos versos de Garcilaso a mis alumnos del Bloque Tercero del Bachillerato Nocturno.
Gracias a María por tan bello discurso. Tus palabras captaron el sentimiento de todos tus compañeros.
Gracias a Sandra y a Ana, que tan emocionada lectura hicieron del discurso.
Gracias a Alex y a Juan Pe por sus ensayos, por su valentía y por su bonita versión de Ahora, que nos gustó tanto a todos.
Gracias a todos los alumnos del Tercer Bloque del Nocturno porque no faltaron ni una sola vez a las reuniones en las que proponíamos actividades para el acto de Graduación. Muchas gracias por vuestra sincera disponibilidad y por vuestras ganas de participar.
Enhorabuena a nuestras Matrículas de Honor: Jorge, que luchó por ella desde el minuto uno. María, que dividió su gran talento entre los estudios y las bellas letras. Ana, cuya sensibilidad y bondad no he conocido hasta el final.
Enhorabuena también a nuestras Menciones Honoríficas, que no fueron pocas.
Enhorabuena a todos los que habéis titulado y también a esos a los que les quedan una o dos para septiembre, que seguro lo conseguiréis.
Gracias a todos por vuestro esfuerzo, por vuestra dedicación y por no dejar de sorprenderme.
Sacarse el curso trabajando no es fácil, pero tampoco es fácil encontrar a personas como vosotros, con vuestra educación, con vuestras ganas de sonreír, con vuestras muestras de apoyo. Esas horas de estudio en la cantina, ese ir y venir de apuntes y esquemas, esas llamadas a altas horas de la madrugada en busca de ayuda que siempre obtienen respuesta, ese apoyo que os mostráis de unos a otros. Todo eso no es fácil de encontrar. Espero que mantengáis vuestra amistad para siempre. Habéis dado una gran lección de humanidad a esta que escribe.
Y GRACIAS especialmente a GLORIA, nuestra Jefa, que es la columna que vertebra y mantiene erguido este Nocturno. Gracias, Gloria, por tu dedicación, por tus desvelos (que no han sido pocos), por tu trabajo y por tu sonrisa.
Me despido de todos vosotros con mucha nocturnidad.
Post scriptum: ¡A por la Selectividad! Estoy segura de que me sentiré muy orgullosa de vosotros.